Nacho Progre
- Paola Arce
- 27 may
- 1 Min. de lectura
Un miércoles cualquiera recibí una llamada a las 9pm. Siempre contesto los números porque me interesa saber cuál es la nueva estafa que está rondando por ahí. Y casi que no me equivoque en que, en efecto, era una estafa.
Me llamó porque quería saber cómo estaba. Para contarme que ha cambiado mucho en el último año. Sobre todo en su postura política, me dijo. Me pareció interesante el ejercicio. No sólo de la llamada, la familiaridad para tratarme, y las ganas de explicarme su vida, lo emocionante que le ha pasado, su nuevo hobbie.
Un fenómeno interesante esa desconexión de la realidad de la que muchos hombres sufren y pareciera una plaga, el virus de la útopia de izquierda. Comencemos por el hecho de que este hombre dejo de la lado por completo que tengo una tesis que, precisamente, señala los vicios de la izquierda frente al feminismo y en general a reconocer a las mujeres como un sujeto político.
Por otro lado, repensar no está mal pero creeme, amigo, que la morra que trataste de manera pobre no va a pensar algo distinto de ti así te vuelvas bolchevique, o sobre todo. Cualquiera funciona bien.
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